Comparado con él, no es de extrañar que en estos últimos 50 años el resto de líderes mundiales hayan quedado asiduamente en evidencia. John Fitzgerald Kennedy estrenó el look relajado del político gracias al estilo Ivi League aprendido desde pequeño en casa. Si los trajes grises hechos a medida con americanas de dos botones (solapas y hombros suaves), las corbatas finas de seda y el pañuelo asomando en el bolsillo del pecho le procuraban esa imagen clásica inimitable, fuera de las obligaciones de estado, el presidente estadounidense convirtió el casual en sofisticado a base de pantalones caqui, polos, jerséis de cuello redondo, mocasines de piel, chaquetas deportivas y una destreza innata para mezclar la franela y el tweed. Para rematar el look, fueron sus míticas gafas de sol Ray Ban de niño malo las encargadas de convertirlo en un auténtico icono de moda. JFK demostró hace ya más de medio siglo que un dirigente podía ser moderno y sexy. Lo dicho, después de él, la mediocridad.
El estilo deportivo universitario lo caracterizó desde bien joven.
El pelo alborotado era otra de sus señas más reconocibles. Hasta entonces, ningún político se había atrevido a defender un look tan informal.
Obviamente, en su imagen impoluta mucho tuvo que ver su esposa. JFK, a consecuencia de sus problemas de espalda, tenía una pierna más corta que otra. Era Jackie la que se encargaba de que el sastre lo tuviera en cuenta y disimular el efecto.
Presidente y primera dama en bañador y bikini, toda una revolución para la época. La pareja presidencial, además de rica y poderosa, era joven y atractiva.
Impecable.
Ojo a los calcetines blancos deportivos. Explotaron como pocos la imagen relajada y sofisticada de familia. Ahí todo el mérito es de Jackie y su pasión por afrancesar la Casa Blanca y a sus inquilinos.
Pantalón blanco, americana deportiva de dos botones, corbata fina, pañuelo en el bolsillo del pecho, mocasines y sus míticas Ray Ban. Un casanovas…
No le gustaba usar sombrero. Algunos apuntaban a que se debía a las nuevas modas (los jóvenes ya no querían cubrir sus cabezas) pero otros adivinaban que mucho tuvo que ver los problemas que le acarrearon los sindicatos de muchas sombrererías estadounidenses.
Las americanas eran de hombros y solapas suaves.
Por supuesto, la diferencia también la marcaba el estilo innato que poseía. Quedar bien en semejante postura es para aplaudir.
Vale, después de esto tendré que volver a la realidad y enfrentarme con Rajoy y toda la cuchipandi…
Y eso es un nudo de corbata.
Aquí se juntaron el hambre y las ganas de comer porque, aunque Jackie estuviese detrás de todo, John siempre tuvo estilo innato, como bien apuntas. Desde luego, dejaron el listón tan alto, tan alto, tan alto, que ni un presidente francés sería capaz de estar a la altura. Vaya, que 50 años después, aún Jackie Kennedy sigue siendo el prototipo de primera dama y John sigue siendo el prototipo de presidente carismático. Será difícil que otros nombres reemplacen tal referencia y tan a largo plazo.
También nacer Kennedy es tener ángel, porque ¿alguien ha visto a alguien de esa familia mal vestido? Creo que nunca. Sólo habría algo de competencia en el mundo del cine si ponemos a John al lado de William Holden o Marcello Mastroianni. Tres grandes referentes para el hombre del siglo XXI (a la hora de vestir, al menos).