El Discurso sobre el Estado de la Unión tuvo un año más un único protagonista. Y aunque uno pueda precipitarse a pensar que fue el presidente de EEUU y su discurso, otros adivinaréis que la protagonista fue Michelle Obama y más concretamente su atavío. Y es que tras las duras críticas recibidas el año pasado por su vestido rojo y negro sin mangas del diseñador Jason Wu, que algunos entendieron más propio para un cóctel que para asistir al discurso más importante del año, la primera dama estadounidense se ha decantado esta vez por un conjunto mucho más sobrio y conservador en verde oscuro. Sin embargo, nunca llueve a gusto de todos y lejos de agradar, los reproches a su indumentaria se han acrecentado. A los medios americanos les costaba diferenciarla entre los trajes de los congresistas; a los más patriotas les molestó que escogiera un modelo del diseñador tunecino Alaïa (anteriormente, en el Discurso de Estado de la Unión siempre había llevado firmas estadounidenses); y a sus admiradores, les decepcionó que Michelle se hubiera cubierto sus famosos brazos tonificados con una torerita y tan pronto la vieron se creó la correspondiente etiqueta en Twitter: «freedommichellearms».