Ahora que hay un puesto vacante en el Vaticano, no estaría mal, por aquello de que Dios es la belleza, que el secretario de Benedicto XVI se convirtiera en el nuevo Pontífice. El bello Georg o el George Clonney, como se lo conoce popularmente en Italia, fue nombrado arzobispo el mes pasado motivo que aprovecharon los de Vanity Fair para dedicarle una portada bajo el título: «Ser guapo no es un pecado». Dadas las evidentes excelentes condiciones físicas de Gänswein, «la falta de fuerzas» por las que ha renunciado Ratzinger no serán ningún impedimento. Además, crecería considerablemente el número de fieles.
¡Me lo has quitado de la boca! jajaja.
Justamente lo estaba leyendo ahora y había pensado lo mismito… al menos así ir a misa sería un aliciente (y te habla una que ejerce, eh? :P).