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Jueves. Un hombre, desesperado, antes de que lo desahucien de su hogar en Cornellà, ha decidido quitarse la vida lanzándose desde un décimo piso. Faltan todavía dos días para que llegue el Aquarius a Valencia con 629 vidas a bordo, y algunos (a los que no les importó rescatar a los bancos o perdonar lo de la Gürtel) se empeñan en convencernos de que tener humanidad es una flaqueza. Salgo a pasear con Naya (mi perra) por el parque y una anciana me informa que están recogiendo firmas para que a partir del 1 de septiembre el ayuntamiento no impida la entrada de perros al recinto. La mujer, valiente, me invita a luchar por el futuro de los jóvenes y entre lágrimas (no de pena, más bien de impotencia) me confiesa que su hija, de 52 años, y su nieta, después del verano, se vendrán a vivir con ella porque les suben el alquiler a 1.500 euros y no le llega con su sueldo. Las dos nos hablamos en catalán, pero cuando recuerda conversaciones con su familia lo hace en castellano. Lo mismo que me pasaría a mí o a cualquier bilingüe…
En fin, no es ni será el independentismo el que provoque una fractura social y nos lleve al borde del enfrentamiento civil. SEGUIR LEYENDO