Como es costumbre, en las segundas vueltas de los debates electorales, los candidatos se intercambian el color de sus corbatas. Esta vez, Obama prefirió una granate con un pequeño dibujo y Romney, azul y a rayas. Es una estrategia útil, cuando el aspirante necesita convencer a votantes indecisos. Y pese a que al republicano no se le pueda criticar nada de su estilismo, la extrema perfección aburre. Más cuando se le compara con su adversario en el que la ropa cae con naturatilidad y elegancia innata. Nada es forzado, y ahí es donde reside la diferencia. Sin embargo, del debate de anoche me quedo con la coincidencia del rosa en el vestuario de sus esposas. Los asesores de Michelle Obama y Ann Romney tuvieron el mismo guiño de color para sus chicas en el mes de la concienciación del cáncer de mamá. Mientras la primera dama lució un vestido y chaqueta torera de Michael Kors con un collar de perlas y tacón negro, muy a lo Jackie Kennedy; la mujer de Romney llevó un vestido en tweed de manga corta con un collar de dos hileras de piedras de cristal y (horror) peluco de oro. Eso y el color de las uñas de Ann le dieron la victoria a Michelle.
El matrimonio Obama siempre son los mejores en todo….Guapos, elegantes, naturales…Ojalá sigan en La Casa Blanca.