A estas alturas, estoy de Elvira Fernández hasta la coronilla. No sé los demás, pero yo ya me había acostumbrado a la discreción de Sonsoles Espinosa y no soporto a ninguna mujer que renuncie a su vida para dedicarse a cumplir el papel anacrónico de primera dama. De hecho, en España, ese título ni existe. Solo en países como EEUU, el cargo de first lady está reglado. Pero aquí, con una monarquía parlamentaria, la figura de la mujer del presidente queda eclipsada por la reina y, ahora, por la princesa de Asturias.
Ante la exigencia de la prensa que deseaba el juego mediático entre las futuras primeras damas (Samantha Cameron y Sarah Brown), Miriam González, esposa del viceprimer ministro británico, tuvo que recordar en los comicios del año pasado que no era ella la que se presentaba a las elecciones y que además, tenía vida propia. Pero en el siglo XXI, siguen habiendo mujeres dispuestas a aprovecharse del poder de sus esposos para lucir palmito. Ese es el caso de la esposa del presidente catalán, Artur Mas. Hubo un día, en que los catalanes no sabíamos quién nos mandaba, si él o ella. Pero lejos de confundir al ciudadano, lo negativo de sucumbir al deseo de los medios (quienes continuamente buscan sucesora para Jackie Kennedy o Grace Kelly) y exprimir tanto el papel de primera dama es que el día en el que el presidente necesite ayuda mediática, ellas no podrán hacer nada. Estarán tocadas.
¿Cómo no vais a estar de Viri hasta la coronilla?, !Faltaria más!, de ella y de todo lo que huela a derecha
Y luego ponéis por las nubes a Sonsoles y a todas las que huelan a progre
Perdeos de una vez!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!