Ayer se celebró un nuevo debate entre los dos aspirantes a convertirse en candidato demócrata a las elecciones presidenciales estadounidenses. Y, pese a lo que suele suceder cuando se enfrentan un hombre y una mujer, fue el vestuario de Bernie Sanders el que centró todas las miradas y dejó a un lado sus propuestas. ¿De qué color era el traje del senador Sanders?
Estrategia o error. La imagen de un político (ni para bien ni para mal) jamás debería eclipsar su discurso. La comunicación no verbal (incluida la indumentaria) debe acompañar y reafirmar el mensaje verbal. Desgraciadamente, los programas electorales que presentan los partidos cada vez son más pobres y se opta por distraer con la imagen (ejemplo: nunca me he puesto una corbata pero hoy, que me interesa que no habléis de otros asuntillos, me la pongo). En el caso de Sanders se debió a un error: nadie atendía a sus argumentos. ¿Cómo hacerlo si su traje cambiaba de color? ¿Marrón, azul, negro, gris, verde…? Su director de campaña, ante el revuelo provocado en las redes sociales, tuvo que aclarar que el traje era azul. Siempre que hay que explicar de nuevo un mensaje es porque el mensaje no estaba bien planteado: lo importante no es lo que uno cree decir sino lo que el otro acabará entendiendo.
Desaliño o dejadez. Una imagen casual o desaliñada implica muchos más cuidados que un look formal o clásico. Siento desilusionar a muchos pero Johnny Deep no pilla lo primero que encuentra en el armario. Aunque sus ropas no sean comerciales, eso no quiere decir que sean baratas (más bien al contrario). De hecho, todas las personas que optan por un estilismo desenfadado y nos atraen es porque previamente han estudiado muchísimo su atavío y su lenguaje corporal. Lo de Sanders es de abandono absoluto (soy demasiado inteligente o estoy muy ocupado para preocuparme por algo tan superfluo como mi exterior). Aunque ahora su aspecto de viejo genio loco (han jugado mucho con sus pelos de Einstein) convence a un electorado concreto (anti Wall Street), le va a pesar si en algún momento debe convencer a los seguidores de Hillary Clinton o convertirse en presidente de EEUU.
Estilismo televisivo Antes de participar en un debate, es muy importante que el equipo del candidato se asegure de que el estilismo es el adecuado para el formato televisivo. Algunos factores a atener en cuenta son: 1) el fondo (que el color del vestido destaque en el plató) 2) el atuendo de los demás participantes (que no salga vestido como el presentador o su adversario) 3) gafas (que no hagan brillos) 4) moiré (este efecto cansa espectacularmente al espectador. Suele darse en las corbatas) 5) make up (que no de la sensación de que has pasado una semana en el solarium de Zaplana pero tampoco que aparezcas con un aspecto cetrino. ¡Y ojo con los brillos en las calvas!) 6) joyas o bisutería (además de que debe ser discreta -la ostentación, en política, siempre es signo de mal gusto- que no provoque ruido con el micrófono).