La sinceridad que descubre escuchar atentamente al cuerpo de una persona es brutal y no deja de sorprenderme. Hace unos días (el 22 de junio) analizaba los gestos de De Alfonso en la entrevista de TV3 y me llamaba especialmente la atención el hecho de que su cuerpo no rechazara categóricamente (así como sí hizo con palabras) la acusación que le planteaba el presentador del TN vespre cuando le pregunta si había sido él mismo el que podía haber grabado y filtrado las conversaciones… Bien, hoy el diario Público asegura que las conversaciones fueron registradas por el móvil del director de antifraude catalán. De ahí que, aunque se acogiera a la creencia de que él no las había filtrado para negar la incriminación, su cuerpo descubriera que no estaba siendo sincero del todo: estaba obviando que él había sido el espía.