«Una niña», me revelaba una voz angelical al otro lado del teléfono. ¿Qué niña?, desperté y allí solo estaba Naya (un labrador americano de 1 año y medio que para mi suerte fue abandonado en las calles de París). Rápidamente me puse al corriente de la buena nueva. Carla Bruni, por fin, había dado a luz y además, había sido una bebé. ¿Podía ser alguien más feliz? ¿Importaba el estado de la economía actual? Como ayer me acosté visionando una entrevista a Emilio Duró, hoy disfruto del primer retoño nacido en el Elíseo. Aunque los papás aseguran que protegerán la privacidad de la pequeña; debido a los malos resultados en las encuestas de su padre, Sarkozy necesitará a Carla y a Giulia para continuar en el poder. Por cierto, bonito detalle el del presidente al acudir a la clínica con sus informes guardados en una carpeta rosa.
que bien.