Será por la cruz que arrastra desde que se le escapó aquello de «finiquitos en diferido» para referirse a Bárcenas o tal vez, por la proximidad de la Semana Santa, pero esta mañana la secretaria del PP se ha puesto morada. Franqueada por los suyos, Cospedal ha asistido a un desayuno informativo con una melena leona a lo Rocío Jurado y con un tono más oscuro de lo habitual. Y entre el vestido color mortaja, el castaño del pelo y la palidez del maquillaje, ni siquiera los piropos del presidente del gobierno tratando de animarla han surgido efecto. Eso sí, por lo menos no se ha colocado la libélula asesina.
Uno de los grandes aciertos del gallego fue en su día colocar a dos mujeres «escudo» para que él se fuera de rositas. De siempre, las mujeres son más fieles, leales y sacrificadas que los hombres ( excepto Espe Aguirre claro). Siempre he dicho que Cospedal ejerce de «mala» y le caen todos los palos de la prensa y Soraya es la «buena» y casi nunca es criticada por los periodistas.
No me extraña su palidez. En estos momentos ser secretaria general pepera es como estar sentada encima de un polvorín a punto de estallar.