Ayer se proclamó a María Dolores de Cospedal como candidata a la presidencia de Castilla La Mancha. Conforme se ampliaba el plano de televisión, el estilismo de la número dos del PP resultaba cada vez más incomprensible.
Suéter blanco de cuello alto, americana cruzada de ocho botones y pantalón de campana marrón. Hasta su mayor fan no podía reconocer a su diva. La candidata a la presidencia de Castilla La Mancha suele ser bastante correcta en su vestimenta (por lo menos cuando actúa como política en la capital del reino), pero para su puesta de largo en Albacete desentonó.
«¿Qué le ha pasado a Cospedal?» o «¿Cómo ha podido vestirse así?», me preguntaban anoche. Pero ese no era el interrogante que a mi me perturbaba, mi mente se entretenía buscando la solución a otra duda: «¿Dónde compra para encontrar ese tipo de ropa?»
Pero lo más preocupante fue cuando Cospedal gesticuló con sus manos y mostró sus uñas pintadas en marrón oscuro. Hasta la fecha, sólo Cristina Kirchner se ha atrevido a lucir una manicura en colores fuertes y lo cierto es que es poco recomendable. Resulta algo agresivo. Las uñas no dejan de ser una arma y pintadas de tonos intensos (como hace una buena femme fatale) se antojan como demasiado evidentes (pasan a un primer plano).
Vale que ante unas elecciones es necesario sacar las uñas, pero no en sentido literal.
Creo debería decir, pero solo en sentido literal.
Ella no solo las lleva en sentido literal, sinó pintarrajeadas.