Sigo recordando la profecía de mi editor: «Querida, Chávez no llega al próximo libro». Y la verdad es que quizás no se equivoque. El presidente venezolano ha confesado que el cáncer ha regresado y que debe someterse a una cuarta operación. Por lo que pudiera suceder, el revolucionario bolivariano ha intentado dejar las cosas bien atadas. Así, Chávez ha nombrado heredero de su causa al vicepresidente y ministro de exteriores, Nicolás Maduro, en caso de que su enfermedad no le permitiera volver a hacerse cargo del gobierno -recordemos que es en enero cuando se celebra la toma de posesión y que si el mandatario no puede acudir al acto habría que convocar de nuevo elecciones. Siempre fiel al líder venezolano, Maduro, de complexión fuerte y grande, usa traje y corbata -salvo cuando la campaña obliga a enfundarse la franela roja- y su mata de pelo -cabeza, cejas y parte superior del labio- le distingue. No es por asustar, pero pocas veces el bigote en política ha sido benevolente. Veremos.