Ayer leía un tweet de Eduardo Madina (PSOE) en el que aseguraba que Nicolas Sarkozy no estaba a la «altura» de la campaña electoral. Quizás así sea, pero estoy convencida que los centímetros (físicos, emocionales e intelectuales) que le faltan al presidente galo se los presta con gusto su esposa. De este modo, Carla Bruni ha concedido una entrevista a un semanario en la que, además de defender la reelección del padre de su hija, ha confesado que se pone una peluca cuando busca el anonimato. Banda sonora
«La notoriedad no me pesa, y además me disfrazo en sentido literal y figurado. Con una peluca nadie me reconoce en el metro. Recientemente incluso me registraron el bolso en el Museo de la Marina». Al igual que Santiago Carrillo para cruzar la frontera, la primera dama francesa se vale de un postizo, en su caso, para disuadir a la prensa. A mi esta mujer me apasiona.