Paco Camps continúa intentando demostrar su inocencia desde el banquillo de los acusados. Para defenderse, el expresidente valenciano se dirigió ayer al jurado y declaró: «Los trajes son mi uniforme de trabajo. Mis conciudadanos querrán que vaya bien vestido». Aunque muchos medios de comunicación se han burlado de tales afirmaciones, debo decir que el popular, en este sentido, tiene razón. Antes de que saliera a la luz el caso Gürtel, Camps era una de los políticos nacionales mejor vestidos. Simplemente porque era uno de los pocos (no hay más de diez, incluyendo al rey y al príncipe) que llevan trajes a medida. Sea o no culpable (de eso ya se ocupará la justicia), es obvio que la mayoría de representantes públicos se han escudado en el «complejo de Camps» para justificar su abandono y dejadez estética e indumentaria. Ahora todos aseguran vestir en El Corte Inglés, Zara o incluso, outlets. Si su imagen fuera la correcta, punto en boca. Pero me parece de idiotas presumir de mediocridad. Castiguemos y condenemos, si existe, el soborno pero no la corrección estilística.
¿Por qué Camps me recuerda a Julio Iglesias?