El periplo del pseudopresidente venezolano (hasta que no haga el recuento lo llamaré así… o sea, ya para siempre) por los países que cree le van a abastecer ha acabado hoy en Brasil. Aunque la prensa ha coincidido en que el recibimiento de Rousseff a Maduro no ha sido demasiado cálido, a juzgar por la chaqueta roja de la mandataria brasileña, a mí no me lo ha parecido. El revolucionario venezolano lucía también una corbata chavista combinada con traje oscuro y camisa blanca. Por cierto, Maduro lleva el pasador de corbata que necesita François Hollande sólo que al venezolano le va un poco suelto.
