Angela Merkel no ha querido repetir estilísticamente la interpretación de su antecesor Gerard Schröder en las inundaciones de Baviera en 2002 y que le fueron tan provechosas electroralmente. La canciller alemana no se ha calzado las mediáticas botas de agua y ha preferido unas chirucas. La elección de su atavío ha obligado a modificar la ruta prevista para no pasar por la zonas más encharcadas y evitar así que la mandataria no acabara empapada hasta las rodillas. Con su sempiterna chaqueta de tres botones, un pantalón negro, un sencillo collar y una gabardina azul marino, la líder germana llamaba la atención en un «acto» al que sus «invitados» iban engalanados, como mínimo, con traje de neopreno. Claro, que al igual que las catiuscas, el traje de submarinista no le habría favorecido nada.
Empapada hasta las rodillas no lo sé, pero por lo que he leído en varios sitios, las chirucas que fabrican últimamente se autodestruyen solas (su suela, se entiende). Así que tenga cuidado Angelita por donde pisa no se vaya a hundir donde no debe…. jejejeje