«Suárez es un seductor», afirmó Santiago Carrillo tras la primera reunión con él. La elegancia y el don para la oratoria de Adolfo Suárez se acompañaban de una imagen impoluta y arrolladora que nunca ha vuelto a repetirse en suelo español. Y pese a que muchos sigan sosteniendo que el físico del primer presidente de España en democracia significó un imán para el voto femenino en las elecciones de 1977, lo cierto es que su atractivo, tanto estético como político, conquistó también a los de su mismo sexo; de ahí la gran demanda en las barberías del corte a navaja, el hoy ya eterno corte Suárez. Repasamos las claves del Adolfo Suárez seductor:
1. Honesto. Los adjetivos más repetidos para definir a Suárez estos días son nobleza, fidelidad, amabilidad, dignidad, cercanía… En esta descripción mucho tuvo que ver el hecho de que el presidente siempre dialogara, incluso con las cámaras, mirando a los ojos de sus interlocutores (fueran quienes fueran). Sus ojos vidriosos hablaban de verdad.

Fue director de TVE, un mensaje pausado, conciso y honesto fue clave para acercarse a la ciudadanía española.
2. Respetuoso. Suárez entendió a la perfección que el respeto hacia uno mismo y hacia los demás no sólo se plasma a través de palabras y gestos, la apariencia con la que uno se presenta en sociedad es fundamental. Los trajes de tres piezas con chaleco alto, los puños sobresaliendo siempre lo oportuno, el peinado a navaja o su debilidad por los gemelos lo diferenciaron del resto. Y con esa imagen de elegancia clásica representó a España en el panorama nacional e internacional.

Pleitesía a los tres hombres (Gutiérrez Mellado, Carrillo y Suárez) que el 23F no se arrodillaron ante los golpistas. Pero impresionante también, en tremenda situación, la magnífica caída del terno del presidente.

Aunque acostumbraba a lucir americana sencilla, a veces también se decantaba por la cruzada. Aquí, con Leopoldo Calvo Sotelo.

Para acercarse a sus contertulios con ciertas reticencias aún al traje burgués, no dudaba en desabrochar su americana y darle un aire mucho más popular.

Cuando el jefe del ejecutivo español no quedaba en evidencia (e incluso sobresalía) ante un presidente estadounidense. Con acierto, muchas veces se refieren a Suárez como el Kennedy español o, lo que hoy sería, el Obama español.

Sofisticado junto a la guerrera de Fidel Castro.

Lo mismo que hizo con Carrillo, lo cumplía con el modernillas de Felipe González. No le hacía falta pana, coderas o melenilla, chaqueta desabrochada y echada con gracia hacia atrás.
3. Familiar. Obviamente, los años de su mandato exigían a un líder valiente. Y lo más fácil para él, como tantos otros hicieron y harán, hubiera sido albergar la seguridad y la seriedad imprimiendo lejanía y frialdad. Sin embargo, Suárez prefirió el respeto al miedo y sus estampas familiares y privadas convirtieron por primera vez a un político español en icono de estilo.

Disfrutando de unos días de vacaciones junto al amor de su vida, Amparo Illana. El moreno intensificaba su atractivo y esa preciosa camisa celeste desabrochada… impresionante.

Esta, abrazado a una de sus hijas, es mi fotografía preferida de Suárez. Además de la belleza de la instantánea, retrata los característicos suéters de cachemir de cuello cisne del presidente.
Todo un señor y un ejemplo de honestidad y de saber estar, tanto como persona, como político. D.E.P.