En la final que disputaron ayer Federer y Murray, Wimbledon estaba lleno hasta la bandera y no precisamente de gente anónima. Desde las hermanas Middleton hasta Anna Wintour o los Beckham y también, por supuesto, representación gubernamental. El primer ministro, David Cameron, y el alcalde de Londres, Boris Johnson, vivieron más que nadie el partido en sus propios rostros.