Ada Colau en Vanity Fair

Análisis (ultrarrápido) de la fotografía que ilustra la entrevista de Ada Colau en Vanity Fair

esa imagen y no otra No es una postura natural (ha sido provocada). Normalmente, en este tipo de sesiones, el fotógrafo te pide que vayas cambiando de posición (algo así como un «siéntete libre»). Y aquí, el político -si no está bien asesorado por su propio equipo- se lo toma en serio y se relaja, sin tener en cuenta que el fotógrafo mira (como es comprensible) por sus propios intereses (obtener una foto única del líder) y/o los de la revista (vender más).  Quizá a la jefa de prensa de Ada Colau ya le pareció bien la imagen y no advirtió ninguna incoherencia comunicativa. Otra posibilidad, y esta es la que más me asusta (y la que más me temo), es que hayan dejado al libre albedrío la selección de imágenes por parte del magazine (insisto, es una empresa y es normal que miren por sus propios intereses: vender más).

lenguaje corporal Los brazos abiertos y levantados son un gesto de empoderamiento. De hecho, cuando alguien está desanimado, es un ejercicio de gimnasia corporal que da estupendos resultados (te sientes capaz de iluminar a los demás). Es un gesto más propio de los machos que de las féminas (estudio también en primates), quizá porque en ese momento se libera una gran descarga de testosterona (te vienes arriba). Pero en el lenguaje corporal, como siempre explico, el gesto se interpreta en conjunto (con otros gestos -anteriores o posteriores- y el contexto). El escenario la presenta como una mujer presumiendo de sus dominios y poderes, como si el show estuviera a punto de comenzar. Y, por lo que verbalmente suele afirmar y defender, el mensaje no verbal entra en claro conflicto con el mensaje verbal. Es una imagen excesivamente pretenciosa. Me recuerda a la del cartel electoral, tan polémico, de Artur Mas en 2012…

estilismo He bajado a comprar la revista para confirmar que ese estilismo no lo ha elegido nadie de Vanity Fair, pero aún no habían recibido el número nuevo. De todos modos, es imposible que una composición indumentaria así la haya realizado ningún profesional (bueno, tampoco pondría la mano en el fuego). Y de hecho, al ocupar un cargo público, es preferible que el político siempre utilice su propia ropa (que no se disfrace según los caprichos de la publicación de turno). En fin, lo peor del look es el jersey. Al tratarse de una pieza de corte japonés (muy cómodo e ideal para disimular cinturas poco definidas), se requiere minimalismo gestual (sofisticación) para lucirla. Claramente, y ahí la prueba, abrir los brazos exageradamente con ese jersey no es lo más favorecedor.

peluquería y maquillaje Ahí sí que se se nota la mano de profesionales. Tanto el pelo como el make up están perfectos (natural pero cuidado). No le robaría más de 5 minutos por las mañanas hacerlo ella misma. Además, ya hay muchísimos productos de cosmética y belleza totalmente respetuosos con los valores y principios que como ecosocialista entiendo debe defender…

adacolau

Fotografía de Vanity Fair

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