Más de una vez he mostrado mi admiración por el país vecino, Francia. Sin embargo, hoy me entristece que incluso en una de las naciones más cultas y liberales del mundo, el machismo aún exista. El martes pasado la nueva ministra de vivienda se dispuso a bajar los cuatro escalones que le separaban del auditorio del parlamento francés cuando se vio sorprendida por los chabacanos silbidos de algunos diputados de UPM (el expartido de Sarkozy). Cécile Duflot llevaba puesto un vestido con flores azules estampadas y falda de vuelo. Pero aunque nada en su atuendo (bajo de la falda, 2cm por debajo de la rodilla y escote, más que discreto) iba en contra de las reglas no escritas del código estilístico de una mujer política, otra vez se utilizó la elección del estilismo en su contra. Uno de los agitadores de tan vergonzante capítulo, Patrick Balkany, se atrevió a confesar a Le Figaro que sólo estaba «admirando» la silueta de Duflot y que, probablemente, «se puso ese vestido para que no se escuchara lo que estaba diciendo». Es decir, concluyo yo, se conoce que él y sus compañeros, además de ser unos cerdos y maleducados, son tan simples y débiles que no pueden atender a nada cuando una mujer se les acerca (vamos, unos inútiles).
Por cierto, hace unos meses, Duflot ya fue noticia por su indumentaria al cometer «el pecado» de acudir a la primera reunión de ministros de Hollande en el Elíseo vestida con unos jeans. Lo siento, no puedo con la gente de protocolo… ¡¡¡El mundo evoluciona, señores!!! «Mientras los tejanos estén hechos en Francia…», comentó una de sus compañeras en un tweet.
Os dejo el vídeo que ha escandalizado a Francia y a las mujeres de tantos otros países.
¡No entiendo nada, Patry! Pero si el vestido es monísimo, recatadísimo y correcto. No deben de tener muchos problemas en el parlamento francés o es que inútiles e ignorantes los hay en todas partes haciendo que «sirven» al pueblo. Qué pena.