La primera vuelta de las elecciones francesas adivina un ganador: François Hollande. Pese a que el socialista ha preparado con entusiasmo su carrera a la presidencia (adelgazó, entalló sus trajes, retocó su corte de pelo…) hay algo en su rostro que sigue estorbando, transmitiendo desconfianza. La caída natural de su párpado hacia abajo (más evidente con su notable pérdida de peso y el paso de tiempo) y esas cejas que acompañan la expresión de una mirada triste no acaba de convencer. Por suerte, sus gafas intentan camuflar el desinfle.