¿Qué ponerse para un juicio? Como en la esfera política cada vez es más común pasar por el banquillo de los acusados vamos a dar algunos consejos indumentarios para no fallar en esa cita tan especial con el Sr. juez. Por favor, Pepiño Blanco e Iñaki Urdanagarín, tomen buena nota de los errores y aciertos de sus predecesores.
Empecemos por el caso más reciente. Ayer empezó el juicio a Baltasar Garzón. La primera parte de la sesión, el acusado optó por vestir la toga de juez. Después, para responder a la acusación se despojó de ella y defendió su inocencia a cuerpo descubierto (bueno, con traje, claro. Camisa color salmón…). Muy bien pensado.
El caso Gürtel ha salpicado también, aunque de otro modo, a Paco Camps. Nadie puede asegurar que los trajes que utiliza para visitar los juzgados pertenezcan a la lista de regalos indumentarios que habría recibido supuestamente como regalo de la trama corrupta pero lo cierto es que, de momento, no ha renunciado a sus elegantes estilismos. Es más, llegó a justificar sus looks porque «mis conciudadanos querrán que vaya bien vestido». Tampoco se sabe si el bolso Louis Vuitton que lució Rita Barberá para apoyar a Camps a la salida del juzgado en 2009 fuera el que supuestamente le compró El Bigotes en unas Navidades.
Otro bolso de la firma de lujo francesa colgado del brazo de la esposa de Jaume Matas, cuando acudió el ex presidente balear por primera vez al juzgado, fue muy comentado. En serio, ese día mejor que dejen la ostentación en casa.
Miren. ¿Ven? Félix Millet, responsable del Palau de la Música, sabe perfectamente de lo que hablo… Los trajes caros los dejó en casa y apostó por un look homeless mucho más práctico cuando tienes que hacer creer que tu no has robado millones y millones de euros.
Aunque para imitar la estrategia estética de Millet hay que saber. El ex presidente egipcio lo intentó y nada. Muy bien lo de parecer un anciano enfermo e indefenso y llegar al juzgado en camilla pero las gafas de sol -de dictador- no ayudan para que la opinión pública sienta lástima por Mubarak.
Para eso, mejor aceptar la derrota con la cabeza bien alta y sin renunciar a la elegancia. Saddam Hussein así lo hizo: traje de lana turca con raya diplomática, camisa blanca de algodón e incluso, pañuelo en el bolsillo de la americana. No llevó corbata porque a los presos, para evitar lesiones, no se les permite. Tampoco, le debieron conceder el poder afeitarse. El dicatdor iraquí supo jugar perfectamente con las imágenes que sentenciaban su muerte.
Y, por favor, simplemente por clase, nada de llevar sus pertenencias en bolsas de basura como en la operación Pretoria. Aunque esta petición va más dirigida a los policías.
¡Uf! Espero no estar nunca en esta tesitura. No sé, Patry. Tienes razón en que hay que abandonar los lujos, pero me costaría no ir impecable a declarar, ¡ja, ja! Pero bueno, todo depende del motivo. Desde luego si es porque has robado yo iría en plan pordiosero pero bien perfumada y duchada, para despistar. De hecho, sólo voy a Hacienda una vez al año a entregar mi resumen anual de IVA y voy homeless total. Así que fíjate si no tomo precauciones… ¡Un besazo!