Empiezo a sospechar (bueno, en verdad lo tengo asumido desde el primer día) que los asesores son el principal enemigo de los candidatos. Tras años soportando el desgarbo de Zapatero, ayer el presidente (a quien nadie le viste ya) arropó a José Blanco en un mitin en Lugo vestido con un traje marrón oscuro y una preciosa camisa azul cielo. La complicada combinación de tonalidades, lejos de generar una imagen hortera, le aportó al presidente la seguridad, seriedad y confianza que en dos legislaturas le faltaron. Claro que con sus declaraciones -«me siento responsable de los cinco millones de parados»-, volvió al punto de partida.
Bueno, pero no nos olvidemos.
Los hechos son los hechos, y estamos donde estamos.
Es decir, estamos en el inframundo al que nos condujo este señor.