El próximo 7 de noviembre se celebrará un cara a cara televisado entre los dos candidatos con más posibilidades para hacerse con la presidencia del gobierno: Mariano Rajoy y Adolfo Pérez Rubalcaba. La escasa experiencia que tienen los asesores de imagen españoles en celebrar este tipo de encuentros provoca que los protagonistas aparezcan con un aspecto altamente mejorable.
1. No despistar. Nada de tu atuendo, ni para bien ni para mal, debe distraer al espectador de lo realmente importante: las propuestas que planteas (si las tienes, claro). Por eso, no es tan relevante llevar o no corbata (a decidir según la ideología de la formación y la personalidad del candidato) pero sí que el nudo esté perfecto. Una corbata torcida despista. También, evitar los estampados en ellas.
2. Las camisas azules. La hasta ahora inexistente bibliografía dedicada a la indumentaria política ha ocasionado que asesores de imagen sin ninguna idea de estilismo se lancen a afirmar en sus libros que a un debate televisivo es imprescindible acudir con una camisa azul. Nunca se revelan más pistas sobre el asunto y, por supuesto, jamás se justifica lo recomendado. Obviamente, decirle a un candidato que se “vista de azul” no le aporta demasiada ayuda. Existen miles de tonalidades distintas de azul. Desde el azul marino (casi negro) al azul gris (casi blanco). Entonces, ¿a qué azul se refieren los asesores? El blue collar que aún en EEUU distingue a los currelas de los funcionarios (white collar) fue muy utilizado en los ochenta por los socialistas (y se extendió al resto de formaciones que desearon convencer a un mayor sector de votantes) para recordar su proximidad al trabajador. Pero la imagen de un político actual con una de estas camisas no hace más que provocar en el espectador un cierto hastío y una sensación de repetición (“¿no hemos avanzado nada?, ¿todo sigue igual que hace treinta años atrás?”). Por eso, actualmente solo el presidente francés Nicolas Sarkozy tiene licencia para aparecer con una de estas camisas (exquisita su elección del color). Todos los demás, absténganse y opten por la clásica camisa lisa y blanca. Eso sí, ésta tiene que estar inmaculada.
3. El negro aporta seriedad. Eso no quiere decir que todos los candidatos tengan que ir con traje negro y camisa blanca (alma honesta). Sólo los que requieran seriedad deben abusar de esta fórmula. El gris nunca se moja (ideal para los candidatos que tienen ganada la partida y no quieren arriesgar… Rajoy).
4. Qué llevará el otro. Antes de vestirse de azul (o de cualquier otro color), sería inteligente enterarse de los colores de la escenografía para no fundirse con el decorado. De igual modo, averiguar qué llevará el rival y también el presentador es imprescindible para prepararse el modelo.
5. Calidad. En una hora de debate en la que durante treinta minutos harán planos medios y cortos del busto del candidato, la nobleza del tejido (los naturales contra los alternativos fabricados de forma artificiosa por el hombre) y el corte perfecto de las piezas es vital, tanto para captar la atención como para mantenerla.
6. Arriesgar. Si partes con desventaja, la apuesta debe ser mayor. Un color (blanco, rosa) o una pieza (tejanos, suéter) que reafirmen tu personalidad te mostrarán más cercano. No apto para las formaciones más conservadoras. Las mujeres son las que más se arriesgan.
7. Complementos. Prescindir de joyas o complementos ostentosos. Aunque las mujeres son las que deben ir con más cuidado, los hombres mejor que dejen el Rolex guardado en el cajón de la mesita y la pluma de Montblanc en el bolsillo.
Da igual. En esta ocasión aunque Rajoy se vistiera de payaso, también ganaría el PP. Los dos protagonistas son muy mediocres en cuanto a estilismo.