No sólo sus asesores, él también está convencido que necesita la proximidad con el gentío para ganar las elecciones generales. Por eso se empeña ahora en sacarse la americana cada dos por tres y en señalar que para ganar deben llamarle antes «Alfredo» que «Rubalcaba». Pero la estrategia, en su caso y en el momento en que nos encontramos, no es la más conveniente. En épocas de crisis se busca a un líder fuerte que transmita seriedad y seguridad. La batalla en este sentido la tiene más que ganada con su look y apariencia clásica. Cualquier intento de presentar a un Rubalcaba familiar será un error. La crisis que sufre España no precisa de personas humanas, pero sí de super héroes capaces de renunciar a su vida para dedicarse por completo a la de los demás.