Fue el lunes cuando el Megxit se materializó. Lo hizo de la mejor manera. O por lo menos, con buena cara. Harry llegaba a Canadá para reunirse con su esposa e hijo con una gran sonrisa, ilusionado. Tras despedirse como buenamente pudo de su país y su familia de origen, Meghan le daba la bienvenida a su nuevo mundo. La actriz aprovechaba para pasear relajada con el pequeño Archie, en una mochila portabebé, y dos de sus perros a los que tanto añoraba (por edad, uno de ellos no podía volar a su nuevo hogar en Inglaterra). Una nueva vida no exenta de lujos ni presión mediática, pero menos rígida y casposa… SEGUIR LEYENDO