El pasado sábado se disputó la Copa del Rey. Felipe VI, en un gesto sin precedentes, se presentó al evento que enfrentaba esta vez al Sevilla y al Barça con una corbata de franjas blaugrana. Nadie le dio importancia al accesorio: simple casualidad, no hay que darle mayor importancia a algo tan insustancial y superfluo, ¿verdad? Y a los pocos o muchos que percibieron un mensaje oculto y subliminal en la elección estilística del monarca, como si éste tomara partido por uno de los equipos y fuera rey sólo de unos y no de todos, los tacharon de «enfermos»… Pero eso no fue lo que en realidad ocurrió, claro. La polémica se generó porque Felipe VI optó por una corbata de rayas blancas y rojas. ¿Lo comprendes ahora, querido Jordi Cañas? SEGUIR LEYENDO