El arte del protocolo y las buenas maneras en sociedad se basan en el hecho de estar presentes. La (buena) presencia se da cuando cuerpo, mente y comportamiento están en perfecta armonía. Se reconoce al formado e ilustrado en estas dotes por su serenidad; nunca un mal gesto, nunca una salida de tono (ni estética, ni verbal). Creerán los más bárbaros que durante la discrepancia no cabe en esta ciencia, aparentemente tan reprimida, respuesta a la ofensa; pero se equivocan. Primero porque «no hay mayor desprecio que no hacer aprecio» y segundo, porque armas imbatibles como la fina ironía, el sarcasmo y humor han sido siempre seña de gustos y talentos exquisitos… SEGUIR LEYENDO