Dijo Gandhi sobre sus míticas gafas metálicas redondas que eran los anteojos que le habían permitido «visualizar una India independiente». Lenin estuvo convencido toda su vida de que era ciego de un ojo, casualmente, menudo drama, del izquierdo. No fue hasta días antes de morir que el líder bolchevique no descubrió que el oftalmólogo que lo había examinado de niño se había equivocado en el diagnóstico y que con unas gafas hubiera corregido perfectamente la deficiencia visual (¿ideológica?). SEGUIR LEYENDO