Érase una vez, en un país muy, muy cercano (…). La rosa que les habían ofrecido (los votos a una mayoría independentista) era en verdad una rosa encantada que seguiría fresca hasta que se cumplieran 21 meses (alguien poco enterado con el relato de Disney dijo 18, pero en realidad tienen de margen hasta junio).
Si los habitantes de aquel Palau eran capaces de celebrar (o fijar una fecha) un referéndum o referéndum vinculante antes de que cayera el último pétalo se desharía el hechizo y tendrían la posibilidad de independizarse. Si no, seguirían condenados a seguir formando parte del Estado para siempre y acabarían todos inhabilitados. Al pasar los meses, algunos comenzaron a impacientarse y perdieron toda esperanza (a hablar de posibles «candidatos autonomistas» y a querer denunciar al aliado ante la fiscalía enemiga, un disparate). SEGUIR LEYENDO