No al burkini

Durante una entrevista al diseñador de ropa interior de la colección de hombre de Calvin Klein, le pregunté su opinión sobre que los jóvenes llevaran los bóxers bajo el bañador. El diseñador se mostró sorprendido por tal ocurrencia y aseguró no conocerla, aunque estaba encantado de que los chicos mostraran la marca de la firma sobre el bañador. Personalmente, me parece una guarrada. Mientras, Italia y Francia prefieren declararle la guerra al burkini de las musulmanas.

El burkini (burka+bikini) es este verano otro nexo de unión más entre la política y la moda. El bañador integral con capucha, creado en 2006 por una australiana de origen libanés, Aheda Zanetti, de 38 años,  está orientado “para las chicas y mujeres que abrazan el islam y obedecen la regla de vestir con modestia”. Pero en Europa, este atuendo no ha sentado bien a los máximos dirigentes. El año pasado la polémica sacudió los Países Bajos y, ahora, Italia y Francia intentan argumentar su prohibición. Una prohibición que pretenden sostener alegando que esta clase de bañador no responde a las cuestiones higiénico-sanitarias exigidas en las piscinas públicas (motivo por el cual, dos bañistas, una francesa y una italiana, han sido invitadas a salir del recinto).  Una justificación que la empresa australiana Ahiida, productores y distribuidores del bañador, no entiende ya que aseguran que el burkini está hecho de poliétser, resistente al cloro y que seca con rapidez.

Pese a ello, los reacios a esta tendencia sostienen que este tipo de prenda supone una provocación (el top-less y el nudismo, se ve que no les excita nada).  Los partidarios, claro, alegan a esto que los nadadores profesionales también utilizan una prenda de cuerpo entero.

Igual que sucedió en los años 90 cuando el bañador de pierna entera intentó colarse entre el público masculino (la tela se ensuciaba mucho más y se limpiaba en el agua durante el baño), el burkini conlleva el mismo inconveniente. Pero poco más. Porque mucho más guarro y anti higiénico (y está permitido) es el hecho de que los niñatos se pongan bajo el bañador, los calzoncillos. Tienen su merecido castigo cuando salen del agua y caminan con las piernas bien abiertas, bien escocidos.

150 150 Patrycia Centeno