En sólo tres años, la estética política ha cambiado, y mucho. Muchos de aquellos que se echaban las manos a la cabeza cuando se pronosticaba la extinción de la corbata del uniforme diplomático campan ahora por ahí despechugados (algunos, excesivamente desnudos, #pecholobos). La crisis, la corrupción, el concepto de casta, nuevos partidos de una supuesta ideología de izquierdas y otros muchos motivos (…) señalaron al hombre con traje y corbata como el enemigo. El progresista se deshizo, por fin, de la soga al cuello que el capitalismo le había impuesto. Y como ha ocurrido desde que naciera la izquierda, la revolución (por pequeña que fuera) siempre trajo un nuevo código estilístico que con el paso del tiempo (y después de intentar ridiculizarlo por todos los medios) acabó acatando y (acabará) apropiándose la derecha. Y si no, al tiempo…
1. ¿Cómo estaba la Fila1? «Aborrotá». Nadie cree que la CUP logre una presidencia coral (se siente, somos individualistas por naturaleza) pero en este posado JxSí trata de demostrar que son la unión perfecta de muchas sensibilidades ideológicas y estéticas. Digo «trata» porque a los pobres se los ve un poco apretujados… Comprensible, ahí no cabe tanto ego. Romeva y Forcadell se encogen de hombros para entrar como sea (#apresión); Mas (mucho más listo y sutil) pasa su brazo por detrás de Muriel Casals (también empequeñecida de espaldas) y aprovecha para sacar pecho (el lado bueno, el del corazón). El president en funcions, aunque queda descolocado del centro por Forcadell (ojito con ésta, siempre intenta tomar la posición de protagonista: observen su pie sobre el escalón, dudando sobre la posibilidad de subirse a él para alzarse…), sigue advirtiéndose como el líder principal (salvo algún pequeño patinazo, en comunicación no verbal sigue siendo el rey).
2. Los de la corbata, al fondo, que no se vean. Sabes bien con quién has pactado y deberás pactar (hasta Dorian Gray lo sabía) e intentas adaptarte a las circunstancias: fuera corbata. Así que los dos que aún llevan lazo (entiéndanlo: uno de ellos es Antoni Castells, hasta hace nada de Unió), como hacen con los menos agraciados en los programas de TV, quedarán relegados a las últimas filas. Cosas de la escenografía…
3. Se pega todo menos lo bueno. Una cosa es que renuncies a la corbata (guiño) y otra cosa es que renuncies a lo que tú eres y lo que representas (abandono). Artur Mas siempre ha vestido correctamente, fiel a un estilo clásico y conservador. De hecho, en estos momentos de negociación, su máximo activo es esa imagen presidenciable (seguridad y seriedad) que siempre ha defendido. Sería un error cambiar esta pauta estilística por agradar a alguien (exceso de proximidad). Por eso, chocó mucho el pecholobo del president durante la campaña electoral (y su botellón con Juvé i Camps la noche de los comicios) y choca lo de no abrocharse la americana cuando está de pie (la semana pasada fueron varias las ocasiones en que se dio el caso). Seguramente Oriol Junqueras sea muy capaz en muchas materias, pero en vestuario no es una buena influencia.
4. Nada cuqui. Vale, estamos en una posición en la que precisamos seducir a la CUP. Ahora, si se trata de emular una estética cuqui (nada que ver con la de pseudoizquierdas de Ada Colau, Pablemos, ICV, etc) andan ustedes un poco desorientados… Querido Romeva, los cuquis no usan sudadera (los cuquis no sudan) ni jeans con efecto lavado (ni ninguna pieza envejecida artificialmente porque ¿sabes lo que contamina y los litros de agua que se han desperdiciado para que ese pantalón nuevo parezca viejo?)
5. Full de ruta. Junqueras aparece con un dossier y no lo suelta (no olviden el acuerdo). Así evita el posado de #ahoranoschutanfalta de Romeva y Forcadell (distinto al de Bel: las palmas entrelazadas miran hacia bajo, #estoycansadoqueestoseacabeya). Es muy posible que el líder de ERC duerma con el pacto que firmaron con CDC debajo de la almohada (no vaya a ser que se lo rectifiquen). También Lluís Llach sujeta unos folios. En el caso del cantautor -con chubasquero North Face (hace bien tomando precauciones: que los pollos políticos se te resbalen) y su sempiterno gorrito (a ver, en verano, es de lino o algodón y no es porque pase frío sino porque se le quema la cabeza con el sol… Poca experiencia tenéis en calvos)- puede que estuviera componiendo partitura para orquestar a todo este guirigay ideoestético.
6. #pasabaporaquí Celebremos la pluralidad estética de JxSí pero intentemos también poner algo de orden en el dress code para transmitir un mensaje de mínima unidad. Es muy característico de los intelectuales que entran puntualmente en política (ninguno aguanta) mantenerse totalmente alejados del uniforme diplomático (hacen bien). Muriel Casals estaba adorable con ese vestido azul, la rebequita y las sandalias. Ahora, depende del corte de la fotografía parece que vaya en camisón. Bel, ya sin botas y con unas deportivas, también opta por esa indumentaria de #pasaporaquíynomepuderesistir de Casals y Llach. Ni en esta categoría ni en la de cuqui entra la bufanda y la parca fucsia de Forcadell (ya os digo, esta mujer no quiere pasar desapercibida).