El hombre calvo o rapado, por naturaleza o por elección, se encuentra en estos momentos entre los mayores deseos femeninos.
La cabellera rapada va sustituyendo cada vez más, como símbolo de virilidad, anticonformismo y personalidad, la maraña que, durante más de treinta años, ha dominado el look masculino.
La imagen del hombre calvo asociada con el poder y el prestigio social se remonta al antiguo Egipto cuando la cabeza rapada era símbolo de distinción, y los faraones hacían de esto un elemento esencial para su propio look de dios, aunque no desdeñaran las coletas postizas para ceremonias particulares.
El hombre con entradas o coronilla que asume su nuevo estado de madurez, proyecta seguridad y determinación.