Aunque el rojo del Partido de los Trabajadores fue la tonalidad escogida para citas tan importantes como el cara a cara contra su adversario o para depositar su voto ayer a primera hora, para celebrar su triunfo junto al electorado, Dilma Rousseff apostó por el que se ha convertido -por oposición y por todo lo que representa-en el color del poder político femenino: el blanco.
Pese a los considerables esfuerzos estéticos que se tomó la presidenta brasileña para alcanzar el poder en 2011 (y después de superar un cáncer en 2009), me llamó la atención que la imagen -ilustración- que utilizara su equipo de campaña para celebrar la victoria fuera una fotografía de Rousseff de joven como presa política. Obviamente, la reivindicación de la estampa está clara pero puestos a elegir una imagen podían haberse decantado por esta otra, durante el juicio militar en el que fue condenada. Aunque entiendo que las gafas retro tienen hoy un fuerte tirón 😉