El primer ministro israelí invierte 20.000 euros anuales en cosméticos y maquillaje. Así lo aseguran algunos medios de su país que incluso advierten que el líder judío podría haber contratado los servicios de una experta en asesoría de imagen para que le aconsejara en tales menesteres. Y aunque no es el primer ni el último político que se preocupa por su estética (Berlusconi o Sarkozy, entre otros), la sociedad sigue escandalizándose por los brotes presumidos de sus representantes.
Tanta frivolidad en un primer ministro no deja de sorprenderme, incluso podría preocuparme…