Por mucha investigación, nunca se sabrá quién derribó el avión comercial en el que perdieron la vida 298 personas el pasado jueves. Pero es evidente que el dedo acusador señala a Putin y a Rusia, quizá no tanto por acumulación de pruebas y sí por intereses diplomáticos y políticos. De todos modos, la falta de transparencia en el modo de operar de los rusos siempre genera serias sospechas. Sea como sea, me llamó ayer especialmente la atención estas imágenes del líder ruso de luto y pensativo en una iglesia ortodoxa moscovita. Quizá Putin deseaba transmitir su hondo penar por el accidente pero, en general, a los americanos se les antoja hoy como un hombre culpable confesándose por sus pecados.