El rey nace y muere, dicen algunos. Yo, por mi parte, soy más partidaria a que un rey -como cualquier otra condición en el mundo que uno anhele alcanzar- se hace. Por eso, cuando hoy he visto al rey Juan Carlos ataviado con el uniforme de gala pero con la gorra caída, en plan tocado, no me ha extrañado que desee abdicar en el príncipe Felipe. Eso sí, al heredero le vendría bien dejarse de nuevo barba. Seguramente no logre la confianza del pueblo, pero sí se le percibirá mucho más atractivo 😉