Cuando uno acude a un funeral es importante tener en cuenta que el protagonista no es uno mismo y mucho menos lo que lleva puesto. El verdadero protagonista de un funeral es el dolor y la pérdida que sufren los familiares y en ese contexto lo más recomendable es la discreción. En España, y en general en Occidente, el protocolo manda vestir de negro y, entre otras muchas razones, no dar el cante. Una tarea que para ellos, me refiero a los dirigentes, resulta sumamente sencilla (simplemente sustituyen la corbata de color por una oscura) porque su uniforme es siempre sobrio. En cambio, en el caso de la mujer, como tantas veces ocurre, el dress code se puede complicar. Sin embargo, es fácil adivinar que llevar un bolso XL o estrenar un peinado nuevo no es lo más conveniente para este tipo de ceremonias.
Es que el humo de incienso se las trae. Lo digo por experiencia. Impregna la ropa, el pelo y reseca los ojos.
Pero vamos, que tienes razón. Al menos podía haber disimulado cerrando los párpados…