Más allá de un tema atractivo para la prensa del corazón, el affair de Fraçois Hollande con una joven actriz y la separación de Valérie Trierweiler no deja de ser un asunto de Estado. Y no es que a los franceses les escandalicen los líos de faldas como a los demás (digamos que en el amor, son más libres o menos cínicos), pero sí que les incumbe el gasto público invertido en la figura de la primera dama. Y es que solo en asesoría para la pareja de Hollande, los franceses se gastaban 20.000 euros mensuales (con Carla Bruni, la cifra hay que triplicarla) algo que hace que se planteen prescindir de esta figura anacrónica. Sin embargo, mientras en Francia debaten sobre el asunto, el nuevo estado sentimental de François Hollande ha provocado numerosos quebraderos de cabeza en los responsables de protocolo de la Casa Blanca. El principal inconveniente de la soltería del presidente galo afectaba al sitting durante la cena de gala: ¿quién iba a sentarse junto a Obama? Aunque no habría mucho problema para encontrar candidata o candidato, la disposición de las sillas de los comensales se resolvió colocando a Hollande en medio de la pareja presidencial. Quizá fuera una buena solución para protocolo, pero para el presidente francés debió ser incómodo estar toda la noche de vela y a Obama tampoco pareció agradarle el alejarse mucho de su mujer (cualquiera deja a su chica con Hollande;). Por otro lado, también se resolvió cancelar el tradicional baile de gala ofrecido en las cenas de Estado para no evidenciar la «soltería» del socialista francés. En definitiva, otra actividad vetada para los «singles».
¡Me vuelve loca el vestido de Michelle! Y totalmente de acuerdo con lo de los brazos. No podemos vestir como jovencitas si no lo somos y queda tan mal como una minifalda a destiempo. ¡Besazos, Patry!