La secretaria general del PP compareció ayer en rueda de prensa para desmentir que en su partido exista ninguna «convulsión» o «fractura». Sin embargo, el peinado con el que nos sorprendió Cospedal sí que nos remitía a una fractura con el modelo anterior y a una gran convulsión con el cepillo y el secador. Además, el tono de tinte escogido, mucho más oscuro, no le favorecía ni estética ni políticamente. Me explico: construir una imagen creíble de un dirigente consiste, básicamente, en equilibrar la seguridad, seriedad y cercanía de la que dispone. Las dos primeras cualidades están socialmente vinculadas al género masculino (a la mujer no se le consiente la madurez -deben ser eternamente jóvenes- ni la fuerza -se la calificaría de marimacho (Thatcher, Merkel…)-), mientras que la tercera (proximidad, empatía… ) le pertenece a la fémina. Uno de los detalles estéticos que más peso juegan al definir la imagen de una mujer (sea o no representante pública) es el pelo y, por eso, a las políticas se les recomienda que el color de su cabello no sea excesivamente oscuro (duro) ni artificial (lo más natural posible). Así, aunque las melenas sean castañas o morenas, muchas optan por darse unos reflejos miel para endulzar el rostro. Veamos algunos ejemplos.
Doncs jo crec que l’Alícia estava molt millor abans de fer el canvi de «look». No podem dir que sigui una dona atractiva, però com a mínim tenia una cara més natural. Era millor com anava abans, encara que anés una mica andrògina i passada de moda, que no pas ara que sembla que es compri la roba al Bershka.