El «Sí, sí», el «No, no» o el «Sí, no» está haciendo mella en el president de la Generalitat. Porque ya se sabe que el poder cansa y envejece pero si encima planificas una consulta soberanista, el poder se ceba con uno sin ningún tipo de reservas. Las pruebas más evidentes del desgaste derivado del poder en un hombre son la canicie y la calvicie. Y aunque generalmente se toleran las canas (aún poniéndole remedio con un tinte), la alopecia se lleva mucho peor. De ahí, esos intentos inútiles de muchos (Anasagasti, el príncipe William, Rajoy, Joan Herrera…) por querer camuflar con el poco pelo que les queda las entradas y la coronilla. A este grupo se les acaba de unir Artur Mas. Porque aunque nada hacía presagiar que el líder de CiU acabaría teniendo problemas con el cuero cabelludo (siempre había lucido una melena espesa y tupida), en los últimos años cada vez se le están advirtiendo más fácilmente las ideas. Así, para el mensaje de fin de año de ayer, el president utilizó lo que un día fue su perfecto tupé para cubrir claros capilares. Menos mal que la cámara no recogía otro tipo de plano.