Antes de ganar las elecciones de 1982, Felipe González presumía a todas horas de pana, coderas, camisas de cuadros, patillas y greñas. Una vez asentado en el poder, la estética proletaria solo salía del armario para epatar en mítines y otros actos populares.
Espejo de Marx, ¿la izquierda no puede vestir bien?
(Península, 2013)