Cada verano rezo para que nuestros políticos se contengan y no descubran a la ligera sus cuerpos, ocultos durante todo el año tras el aburrido uniforme diplomático occidental. Lamentablemente, mis súplicas quedan huérfanas y siempre hay que aguantar la visión de algunos ejemplares de pieles lechosas y flácidas ataviadas con telas, aunque sean escasas, de lo más horteras. Ayer fue el turno del presidente del gobierno español. En su primer día de vacaciones en Galicia, Mariano Rajoy, acompañado por el marido de Ana Pastor, se echó a andar. Para la ocasión, el líder del PP se enfundó un polo azul marino (sobradamente ancho por lo que sospecho que es de cuando estaba más rellenito… Total, para qué cambiarlo… Ni que fuera él el jefe del ejecutivo español y todos los medios estuvieran pendientes de su persona), unos shorts beis, unas zapatillas deportivas de la firma estadounidense Nike y calcetines blancos subidos hasta la pantorrilla (práctica condenable para cualquiera que supere los 5 años de edad).