En todos los hogares que frecuento se ha prohibido ver y oír los informativos (leer las noticias aún se tolera porque parece que es algo más digestivo) con tal de no acabar en el manicomio. Aún así, de vez en cuando, practicando uno de mis deportes favoritos -el zapping… Dios mío, yo gobernaría con un control remoto- pillo momentazos como éste que invitan a una sonora carcajada. La protagonista, otra vez más, es la líder del PPC, Alicia Sánchez Camacho, que para tachar a su colega Esperanza Aguirre de «oportunista» por sus criticas a Rajoy se enfundó un vestido marinero (sí, rayas horizontales… ¡con un par!). Contemplar como desciende esa mujer las escaleras con esos brazacos -eso solo se lo puede permitir Michelle Obama- al descubierto y con esos andares ortopédicos, propios de quien lleva un tacón demasiado exagerado y teme que la corta falda enseñe lo que nadie desea intuir, es un esperpento que en el contexto actual hasta me divierte.
Al cabo de unos meses, 9, 10 o parecido de la película de Anna, la población de mi pueblo aumento en unos cuantos bebitos.
Desde luego es más atractiva que la de las rayas horizontales, claro a mi gusto que ya soy madurito.