Hasta hace poco, bastaba con que compareciera un dirigente vestido de verde olivo para que una parte de la población se cuadrara y el resto empezara a temblar. Ahora, y de ahí la irremediable degradación del traje burgués, exacto efecto de pavor social provoca un traje negro, una camisa blanca y el nudo de una corbata oscura perfectamente ajustado. El presidente egipcio se refugia en el uniforme diplomático occidental para desatender el clamor de su pueblo.