Hace un año el color de las corbatas que el duque de Palma escogió para declarar ante el juez nos sirvió para confirmar que algo ocultaba (gris) y que no iba a decir nada (verde). La dejadez en su aspecto (más allá de la pérdida de peso y el incremento del mechón de canas; me refiero al nudo de su corbata y a la combinación de tonalidades) era consciente igual que la fue en su día la presentada en Félix Millet. Hoy, la corbata se ha sustituido por una bufanda multicolor (amarillo, verde, rojo y azul). Se sabe que inconscientemente requerimos de la fuerza de los colores en accesorios cuando nuestra salud (emocional y física) está debilitada y falta de energía. No por casualidad, el complemento escogido por el marido de la infanta Cristina sirve para proteger la garganta y el cuello (ya sea del frío o de declaraciones imprudentes). Además, la amabilidad de la bufanda sugiere que podría tratarse de un amuleto (quizás regalo de sus hijos o algún ser querido. Es decir, la protección de los suyos). Sin embargo, curioso es que casi todos los imputados sucumban a las rayas (tan tendencia entre rejas) cuando visitan al señor juez. En suma, la bufanda dará de qué hablar a los demás pero no al duque.